LA HABANA .- Según un popular refrán, en la vida hay dos cosas ineludibles: la muerte y los impuestos. A los cubanos, no obstante, les cuesta aceptar la segunda fatalidad.
En los últimos meses las personas en la isla debieron incorporar a su léxico términos desconocidos como "declaración jurada", "deducciones" o "impuesto a las ganancias" al calor de una serie de reformas que abrieron paso a modestas manifestaciones de iniciativa privada en la isla y también obligarán a toda persona que trabaje por cuenta propia a pagar tributos al Estado, algo que la mayoría de los ciudadanos no entiende a cabalidad.
"Nunca he pagado impuestos. En todos estos años esa palabra se salió del diccionario de los cubanos. Suena más bien como a país capitalista y hablar de impuestos en Cuba es algo como de extraterrestres", dijo a la AP Iliana Ocampo, una oficinista de 43 años.
Dos terceras partes de los 11 millones de cubanos nacieron después del triunfo de la revolución en 1959 y casi nunca en su vida pagaron tributos, aunque siempre tuvieron las prestaciones estatales como salud o educación gratuita.
Como Ocampo, la empleada Moraima Santos, de 66 años, indicó: "Las personas se desacostumbraron y ahora se preguntan ¿por qué tengo que pagar?. Se olvidan que en todos los países se paga".
Los nuevos impuestos implementados afectan únicamente a quienes trabajan por cuenta propia, que hoy por hoy son aproximadamente 325.000 personas, un 6% de una fuerza laboral de casi cinco millones, según cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadística.
Pero la ministra de Finanzas, Lina Pedraza, dijo que espera que aumente rápidamente la cantidad de trabajadores independientes sujetos a tributar y estimó para el 2015 unos 1,8 millones de personas trabajando por cuenta propia.
Paguen o no impuestos en lo inmediato, todos los cubanos comenzaron a hablar del tema, en parte porque las autoridades abrieron una campaña para concientizar a la gente sobre la importancia de que el trabajador independiente contribuya y de que eventualmente todos los ciudadanos entiendan lo vital que es aportar al Estado y sus enormes gastos sociales.
Desde que comenzó el proceso para autorizar a los comercios de propiedad privada a finales del año pasado se entregaron unas 178.000 licencias que se sumaron a las 147.000 existentes desde la década de los 90, cuando se había producido una apertura más limitada que la actual.
Paralelamente, las autoridades instrumentaron reformas al sistema tributario obligando a los "cuentapropistas", como se denomina a las personas que trabajan bajo esta modalidad, a pagar impuestos a los ingresos personales (hasta el 50, a las ventas (un 10%) y en algunos casos para la seguridad social (un 25%). Además se creó un tributo a la contratación de fuerza de trabajo, que quedó en suspenso por el año en curso.
Otra novedad es el incremento de las deducciones impositivas --complejas en un país donde casi nadie da facturas--, que pueden alcanzar hasta el 40% de los ingresos obtenidos para algunas de las 178 actividades autorizadas a realizar.
Se instrumentó asimismo un sistema "simplificado" para 91 rubros --los más humildes, como arriero, jardinero, cerrajero o mecanógrafo--, bajo el cual una lavandera, por ejemplo, abonará solo 30 pesos cubanos mensuales (1,25 dólares), además, si es menor de 60 años, de los 87 pesos cubanos (3,62 dólares) de su seguridad social y no tendrá que realizar declaración jurada o rendir cuentas anuales.
"Al comienzo estaba muy confundido", explicó a la AP Luis Antonio Véliz, de 33 años, dueño de "Fashion Bar Havana, un "paladar" (restaurante) que se inauguró en diciembre y hoy es un ejemplo de éxito en su rubro.
"Tener mi negocio era mi sueño... Pero la verdad me dio miedo", dijo Véliz, quien estudió gastronomía y no tenía ni idea de cómo llevar la contabilidad o pagar los impuestos cuando instaló su local en el patio trasero de su casa.
"Me presenté en el Ministerio de Trabajo y ellos me explicaron todo. Cómo se llevaba la economía, dónde eran pagaderos los impuestos, los papeles del banco para ser legal y al final ¡me dio más miedo!", bromeó el joven, ahora menos asustado y convertido por necesidad en un experto en costos, tributos y utilidades.
La idea de cobrar impuestos a los pequeños comerciantes "es traerlos al sector formal, para que crezcan a través de establecer vínculos con otras pequeñas empresas y desarrollarse. Un negocio que opera ilegalmente tiene mucho menos margen para crecer, no consigue crédito, etcétera", expresó a la AP el economista Rafael Romeu de la Asociación de Estudios de la Economía Cubana, una organización independiente con sede en Washington.
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